Hoy Iñigo Cuesta comanda la nave del Cronos, el proyecto que surgió el pasado verano como Casa Dorada y que vestirá Gobik.
“Buscaban un diseño sobrio y elegante. Dominando el negro con mangas en azul intenso como el logotipo de su patrocinador principal” describe Ángel Lencia, de desarrollo de producto en Gobik.
Gobik es “nuestra piel, nuestra imagen y esa elegancia la vamos a lucir por medio mundo”.
Ese sobrio pero elegante maillot lo vestirán trece chicas, entre ellas la polaca Jasinska Malgorzata, campeona de su país, recién aterrizada del Movistar. Ella será la cara más conocida y con ella cinco españolas: Sandra Alonso, Einara López, Cristina Martínez, Ainara Elbusto y Lidia Iglesias.
“Sobre todo quiero un grupo unido, que esté por encima de las individualidades” puntualiza Íñigo.
Todo esto viene de una Vuelta a Burgos en la que Iñigo conoció a Carlos Presencio, dueño de la marca Cronos, dedicada a depuradoras. “Le sondeamos, él estaba encantado con la carrera y el ambiente, desde que lo hablamos hemos estado trabajando durante año y medio para llegar a este punto”.
Vienen con idea de algo grande, trascendente, con el apoyo del Consejo Superior de Deporte, dentro del programa “Universo Mujer” y la intención de participar en coloquios, charlas y todo tipo de actos donde se les requiera para concienciar desde el deporte ante lacras como el maltrato o problemáticas como la discapacidad.
Iñigo Cuesta
Los que recordamos con cierta nostalgia la Vuelta a España en abril, tenemos en mente a un chaval tímido, afilado, burgalés en el seno del Euskadi. Era el año 94, veinticinco primaveras ya e Iñigo Cuesta sigue vigente en nuestra memoria.
Cuánto ha llovido desde entonces. “No me puedo quejar cómo me ha tratado el ciclismo -conversa Íñigo, pausado-, fueron 18 años en pros, fue una larga carrera, con momentos tan singulares como aquella Vuelta a España en la que debuté, fue la última de abril”.
Entró en el ciclismo dominado por nombres como Tony Rominger y Miguel Indurain. Se fue cuando coronaron a Cadel Evans ganador del Tour. Qué privilegio de carrera deportiva, qué experiencia tan longeva y seguro que prendada de momentos únicos.
“Si tuviera que elegir un par de instantes….esa Vuelta al País Vasco que gano con la ONCE fue mítica, era en Euskadi, mi sitio. También recuerdo aquella cronoescalada de Ordino en la Volta a Catalunya” rememora.
Una basta experiencia aplicada al ciclismo femenino
Todo ese bagaje, días de competición, países, lugares, experiencias trenzan las ganas de Íñigo Cuesta de probar con el ciclismo femenino.
“Mi vida siempre giró alrededor de la bicicleta -prosigue-. Pasé por una operación de rodilla izquierda, recuperé las fuerzas y me centré en progresar en este mundillo. Quería trabajar con un equipo profesional hasta que tengo contacto directo con el ciclismo femenino, fue en la Vuelta a Burgos, me impresionó lo que vi”.
Y ¿qué vio?
“Me gustó mucho el compromiso que las chicas mostraban con el ciclismo, lo motivadas que estaban, y no era fácil, ya sabemos cómo está el ciclismo femenino. En cierto modo me recordaron cuando yo era joven” asegura.
Desde entonces pasaron cinco años, hoy el ciclismo femenino ha mejorado a pasos agigantados: “Se corre mucho mejor, es una delicia ver a las corredoras moverse por el pelotón, también vemos más ciclismo femenino en la televisión lo que espero que a la larga ayude a equipararlas con los hombres, desde el mínimo y ahí para arriba”.
Textos: El Cuaderno de JoanSeguidor