Suizo, con ese nombre, Filippo Colombo sólo podía ser del Ticino, el cantón italiano del país helvético. Nacido en Monteceneri, cerca de Lugano, donde un día logró batir a Nino Schurter, Colombo es una de las bazas del Absolute Absalon para los Juegos Olímpicos, una circunstancia que no es cualquier cosa, pues hablamos de ser punta de lanza del equipo que el doble campeón olímpico creó por y para brillar en la gran fiesta del deporte mundial.
En el equipo de Julien ha conocido Gobik, “una marca que ofrece lo que buscamos, tener la tranquilidad y confianza en el material que utilizamos a diario, en nuestra rutina. Eso es clave para el éxito”.
Aunque sus orígenes se situaron en la carretera, Filippo nunca cejó en el sueño de crecer sobre las ruedas gordas. Lo hace de forma exclusiva desde los 16 años, una apuesta que salió bien, pues rápidamente fue campeón suizo de juveniles y empezó a competir a nivel internacional.
Ese año fue podio en la catedral de Nove Mesto, la puerta a ser un profesional a tiempo completo de MTB, un tiempo que hoy dedica al gran sueño olímpico, una espera que se alargó a causa de la pandemia, pero ha marcado en rojo una fecha en el calendario.
Pasión por los Juegos Olímpicos
“Siempre he seguido mucho los Juegos Olímpicos, es un evento que me fascina” sigue comentando el suizo y recuerda: “La carrera hacia el oro de Julien Absalon en Atenas 2004 fue una de las primeras carreras que he visto nunca”.
Para Filippo Colombo “los Juegos Olímpicos son un sueño y para nosotros es la principal carrera de nuestro deporte, de hecho, mira la gente que viene desde Pidkock a Van der Poel y Schurter. No faltará nadie”.
El camino no ha sido sencillo, en la Copa del Mundo de Albstadt sufrió una caída por la que tuvo que ser evacuado, a causa de una rotura de la pelvis superior, un contratiempo mayúsculo.
“No ha sido fácil llegar a Tokio 2020 -concreta-. La caída de Albstadt fue dura y lo comprometió todo. Por suerte la recuperación fue un éxito, mucho mejor de lo esperado y ha podido recuperar mi mejor nivel”.
Ahora sólo piensa en Tokio: “Estoy seguro que será una experiencia que llevaré conmigo toda la vida, seguro que me hará madurar para futuras carreras”.
Sobre lo que allí se encontrará tiene alguna noción: “Sé que el circuito es artificial, lleno de pequeñas y explosivas subidas”.
“Quiero hacerlo lo mejor posible y disfrutar de una oportunidad única, no salgo con otro objetivo”
El día D es el lunes 26 de julio.
Por El Cuaderno de JoanSeguidor
Fotos: Paul Foulonneau