La personalización desde el minuto cero

Hasta este mismo mes de junio, Gobik había presentado más de 2.000 propuestas gráficas. Eso ha sido en medio año. En todo el anterior 2017, se habían plasmado unas 3.500 en total.

Ello conlleva un esfuerzo de producción brutal, porque de nuestra factoría salieron 180.000 prendas personalizadas, una cifra que se reparte entre los más de 6.000 clientes que hicieron algún proyecto con la marca el año pasado. 

Clientes entre los que se cuentan clubes, grupos, grupetas y todo tipo de “asociación ciclista” que guste de ir uniformada. Porque la personalización está en el ADN mismo de Gobik, desde el momento de su nacimiento, y cada vez más presente entre el ciclista medio.

Todo surgió de la necesidad de ir identificado, de ser uniforme por parte de un club de Yecla.

Así empezó Gobik. Año 2010. José Ramón Ortín y Alberto García recibieron una petición por parte de un club local: necesitaban una equipación común para rodar y salir a competir.

“Apasionados del ciclismo”, pero también ciclistas, así se definen José Ramón y Alberto. Los dos creadores de Gobik daban sin saberlo los primeros pasos para la creación de la marca. Son conocedores de lo que le sobra y le falta a cada pieza, sumado a una propuesta de diseño interesante.

Lo que propusieron, atractivo sí que fue. Así, sacaron 150 equipaciones que tomaron la zona. De hecho, hoy, yendo por el lugar, aun se pueden ver por las rutas que circundan Yecla, que no son pocas. 

Aquel éxito fue como una mancha de aceite en el mapa, una macha que se hizo densa y más grande: cada vez más gente preguntaba por los autores esas prendas. Un interés que vino desde diferentes clubes, al unísono: paulatinamente nuevos pedidos entraban en los mails de José Ramón y Alberto.

Aquello empezó a tomar un volumen que empujó a dar un giro radical en la vida de estos dos yeclanos. De la primera tirada de maillots personalizados nacía Gobik. 

En la piel del ciclista

Para el diseño de cualquier prenda ciclista cabe preguntarse qué le gustaría a uno mismo tener en su armario para salir guapo a pasear con la bicicleta. Así que lo primordial es ser riguroso en los materiales, y tejidos y conscientes cómo combinarlos.

El primer paso es comprobar la funcionalidad de la prenda: ¿quién la usa?,¿por qué la usa?, ¿cómo combina con otros accesorios? Preguntas sencillas que no siempre se responden desde los creadores. Algo tan sencillo como realizar la pieza desde el ciclista, desde su propia piel, la misma donde reposará y se justará la tela de Gobik.

Un modelo nunca está acabado

Cuando el modelo sale por la puerta de la tienda, ahí sale una pieza que no ha tocado techo, porque internamente la rueda no deja de girar, no se para de dar vueltas a su confección, a su diseño, a la mejora de sus prestaciones. El siguiente modelo tiene que mejorar el primero.

Porque el cuento ha cambiado mucho desde que nació Gobik, el cuento ha cambiado y la exigencia ha crecido exponencialmente. Ya no sólo a nivel tecnológico, en conceptos como sublimación, confección y acabados, también a nivel de público, el ciclista que quiere productos únicos y ajustados a sus gustos.

El textil es la prolongación del alma del ciclista, la forma de plasmar el sentimiento que el ciclista vive respecto a su deporte. Y no se trata de vestir a todos iguales, conviene ser diferente, marcar tu personalidad sobre la máquina, expresarte… la ropa habla de quien la lleva y de su pertenencia a una grupeta.

Ver Gobik por donde vayas

Ser personal, concreto, pero diferente, es una lluvia fina pero constante que permite abrir mercados y ventanas de negocio. Primero porque establece una comunicación bidireccional con el usuario que con posterioridad se puede utilizar en las colecciones, la colección de base. 

Pero hay otro componente, y es uno sentimental, porque las empresas, por muy potentes que nos parezcan, son personas, y los creadores de la marca se emocionan al ver que sus diseños prenden como la pólvora entre los ciclistas.

“Todo mi armario es Gobik”

 “Ya no compro nada que no sea vuestro”

Esas expresiones reconfortan, porque son la prueba de que el trabajo está bien hecho. Un trabajo que no es uniforme, pues toma lo mejor de hasta 300 materiales para conferir flexibilidad, compresión, transpirabilidad, aislamiento término, impermeabilidad y otros valores que definen las prestaciones de un maillot.

Porque el 40% de la personalización se la lleva el maillot, la tarjeta de presentación del ciclista. Y del total de la producción, tres cuartas partes es personalizada. En un principio todo era personalizado.

Es decir, en Gobik las colecciones vinieron después. 

Y ¿a dónde lleva este camino? 

“Los cortes son cada vez más “aero”, con ajustes muy ceñidos en los maillots. A nivel de culottes, por ejemplo, se ha incorporado algún centímetro extra de longitud en la pierna. Y, por supuesto, cada vez más, veremos prendas de personalidad ciclista pero que se irán adaptando a un estilo de vida urbano para llevar también cuando nos bajemos de la bici” cuenta Alberto García, dibujando un escenario de estética ciclista a tiempo completo. Bajarse de la bicicleta ya no implica que no quieras “parecer un ciclista”.

The Custom Wear Company 

Que el tagline de Gobik sea este no ha sido casualidad. Es aposentar la marca sobre las raíces y hacerla crecer. La personalización como seña de identidad con un proceso muy marcado y rodado.

Un envío de muestras abre el proceso para quienes no conocen la marca. Es el primer punto de contacto, el previo a que el cliente se explique y trace qué necesita y qué tiene pensado. Se entra en bocetos que plasman inspiraciones, ideas inconexas que perfilan el primer diseño.

El conocimiento de los materiales, sus prestaciones y otras experiencias, confieren a Gobik un papel activo en el diseño, tanto en forma como en fondo, porque el corte de la pieza y sus materiales son clave para el rendimiento, 

Con el envío del kit de tallas el club concreta sus necesidades y el engranaje administrativo se activa, un engranaje que culmina en una producción, mínima de diez unidades para maillots o culotes, veinticinco para calcetines, que se servirá entre 45 y 60 días desde el pedido.

Y la rueda no para. Cuando el pedido sale por la puerta ya se piensa en nuevas formas, cortes, colores, diseños… porque Gobik va en bicicleta, y como diría el sabio, en bicicleta si paras, te caes.

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