Suena Rocío García animosa desde primera hora de la mañana. Su metro sesenta y menos de cincuenta kilos de peso son ambición pura, incluso cuando se le pregunta por un reto mayúsculo, tipo unos Juegos Olímpicos de Tokio 2020: “¿Qué te voy a decir? Pues que salgo a ganar”.
Así empieza, fuerte, una charla hecha al fresco de Navacerrada, remojada por las tormentas de junio, que vinieron tras los primeros calores del aún no estrenado verano. Rocío García es el alma del BH Templo Cafés, un arma de doble filo: simpatía y dulzura que no camuflan la competitividad que rezuma por los cuatro costados.
“Mi primer recuerdo de los Juegos Olímpicos fue la carrera de BTT de Londres 2012, la famosa que Marco Aurelio la acabó sin sillín. Llegaba de montar en bicicleta y la vi en casa de mi tía y me entraron unas ganas tremendas de estar algún día ahí” rememora Rocío García.
Ya lo tiene en la mano, estará en una de esas, en Tokio 2020, una cita que se celebrará con un año de retraso que, para Rocío, no significa un problema, quizá todo lo contrario: “Tengo 23 años y por tanto un año más de experiencia. Me siento una corredora más hecha, más madura. Tú trabajas para el 2020, pero, por las circunstancias que sabemos, se aplaza. Sin embargo, nunca pierdes el foco, el objetivo sigue siendo Tokio”.
Por puntos y criterio tiene la plaza atada desde hace casi dos años, una circunstancia que le ha dado la tranquilidad de enfocar su trabajo de forma muy específica a Tokio. “El camino es duro, los requisitos deportivos son muchos, pero lo conseguí a partir de ser séptima en el mundial de Canadá” prosigue Rocío.
Un camino en el que tocó reinventarse: “Cuando empezó el confinamiento, pasamos a realizar otro tipo de preparación, más gimnasio, otras rutinas. Eso sí, nunca nos descuidamos”.
No hay otro objetivo que ganar
En septiembre de 2019 estuvo en la cita preolímpica y pudo conocer el recorrido.
“Lo reconocí primero a pie, cosa que no suele ser muy habitual. Recuerdo a las francesas hablar de platos muy pequeños por cómo se había configurado, en base a muchos toboganes de bajada y subida muy duros. Es un circuito que tiene un gran componente explosivo, para salir delante en los tramos más complicados, y luego una parte más técnica. La clave es ir lo más adelante posible, y depender de ti”.
“El recorrido de Tokio 2020 me pareció muy original, sinceramente. No sabría compararlo con otro similar” concluye Rocío García.
Ella sale, lo dijimos al principio, a por el premio gordo, una medalla de oro como un sol de grande: “Son lo Juegos Olímpicos, como me dijo Carlos -Coloma- un día, aquí no podemos venir a verlas pasar, no sabemos si volveremos en el futuro”.
Ella, mejor que nadie, puede decir que Gobik siempre ha estado a su lado. “Llevo Gobik desde el principio, desde que entré en la Coloma Bike Club, hace cinco años. Son piezas que han evolucionado mucho, pero si debo definirlas de una manera sería la palabra: comodidad”.
En especial valora “el mono de competir, se adapta muy bien, es comodísimo, hecho para rendir. Luego siempre llevo el chaleco conmigo, por lo que pueda pasar. Tienen variedad de piezas, todas cumplen su función”.
Rocío García aterrizará en Tokio 2020 días antes de su competición. Su carrera se prevé para el martes 27 de julio a primera hora de la mañana, hora de Japón. Ese día, a esas horas, tendrá aún 23 primaveras, pero correrá como si se acabara el mundo, sin esperar a que pase el tren, sabiendo que “estar delante y evitar percances será la clave”.
Por El Cuaderno de Joan Seguidor
Fotos Silvia Fernández Sainz