Ultraciclismo: cuando la bicicleta es tu zona de confort

Ultraciclismo: cuando la bicicleta es tu zona de confort

Le conocemos como @Natxop, también como @260litros, en redes sociales. Es de padres argentinos, nacido en Venezuela y criado en España, pero nos atiende desde Quito, donde un día la bicicleta le puso justo unas semanas antes que estallara la pandemia y con ella el confinamiento.

“Soy de San Sebastián, pero desde hace cinco años, ciudadano de Sudamérica. Me pilló la crisis del Covid por aquí, en pleno viaje y he acabado establecido en Quito” nos cuenta con lujo de detalles. Que lleve tanto tiempo en la capital del Ecuador no diluye su esencia viajera: “Mi ADN es nómada, llevo el gen viajero metido en la sangre desde antes de nacer, siempre sobre una bicicleta. Es mi compañera, siempre ha estado presente en mi vida”.

Dejarlo todo atrás

Su relación con la bicicleta, no obstante, tuvo un antes y un después hace poco más de cinco años, en una de esas decisiones que no son coyunturales: “Lo dejé todo atrás, es decir, salí de una zona de confort que incluía trabajo, pareja y mi ciudad, Donostia… una vida convencional, en sociedad. Tomé la decisión de vender todo lo que tenía, hasta las tablas de surf, e irme a conocer el mundo en bici”.

Un cambio radical fruto de sucesos que marcan: “Ponte en escena, año 2016, un año clave: Perdí a mi padre, tuve un desamor, mi trabajo no marchaba… rompí con todo”. Recorrió el mapamundi con el índice y “no sé muy bien el motivo, quizá por buscar las raíces” acabó sobre Sudamérica.

Cogió la flaca y se fue hasta Calafate, en la Patagonia, desde donde trazó una ruta hasta Cusco.

¿Por qué Calafate-Cusco?

Porque era hasta donde le daba el dinero, al menos en los primeros cálculos. Aunque no estaría solo: “Llamé a mi amigo Simón, le conté el plan y cuál fue mi sorpresa que se apuntó. Hicimos números con lo ahorrado y calculamos entre seis y nueve meses de travesía”.

Ese fue el plan inicial, luego vendría un giro del plan, pero no uno convencional, sino de 360 grados, el camino que miraba hacia el norte, se dio la vuelta: “Una vez en Calafate, en lugar de tirar para el norte, como estaba previsto, nos fuimos 500 kilómetros para el sur, hacia Torres del Paine en Chile. En esta ida hacia el sur, conocimos a mucha gente que llevaba años viajando en bicicleta”.

Otro giro de guión, el dinero disponible: “Nuestra previsión de gasto resultó errónea, teníamos dinero para mucho más tiempo, así que nos dimos cuenta que podíamos estirar el viaje. En ese trayecto nos planteamos ir hasta Alaska. Ahí surgió el proyecto de 260 litros”. Un proyecto explicado en Instagram, con miles de kilómetros vividos y contados por Sudamérica y una historia de puntos suspensivos.

Proyecto 260 litros

260 litros recycling tuvo su origen en todas esas rutas que se encontraban en su viaje, “muy sucias y dejadas, con basura en las cunetas. Me parece muy triste que pasen estas cosas y queríamos ayudar a concienciar sobre el daño que le hacemos al mundo con tanta porquería. Montados en nuestra bicicleta y con nuestra pericia audiovisual, nos aproximamos a diferentes organizaciones por el camino con el fin de hacer jornadas sobre recogida de residuos. También activamos el proyecto “Share the meal”, una aplicación de microdonaciones para platos de comida en diferentes proyectos en el mundo”.

Ahí siempre estuvo Gobik. “Entraron casi antes de empezar nuestro viaje, a través de las redes sociales, por la forma de contar nuestro proyecto, y nos apoyaron de forma muy efectiva, con material que nos quitaba de tener que pagar por él” nos confía Nacho.

900 noches de viaje

El camino, aunque revirado, siguió su curso, y tomó finalmente rumbo norte. Por el mismo, sembraron recuerdos en cada tramo por donde pasaron con su bicicleta: “De 900 noches que hemos pasado de viaje, habremos pagado por un 10%, el resto fue o en tienda de campaña o en casa de personas que, durante el camino, te ofrecían su casa para quedarte. Nosotros, en agradecimiento, nos quedábamos unos días en su casa una semana para devolverles el favor ayudándoles en obras que tuvieran o simplemente trabajando su huerto”.

Lo que empezó como un viaje de 9 meses pasó a uno de 3 años.

“El viaje acabó en Quito, donde nos pilló la pandemia. Llegamos a la ciudad en diciembre de 2019. Por esos días conocí a mi chica, la que hoy es mi esposa, que trabajaba con un wedding planner que viendo lo que publicábamos nos invitó a probar a colaborar. Decidimos quedarnos, hacer dinero y seguir luego con el viaje. Con la pandemia todo se truncó”.

A los pocos meses, otro giro de guión: “Simón decidió volverse a España y yo, como no estaba atado a nada allí, decidí quedarme. En los días de confinamiento, cambié de chip, pasé de ser el viajero en bikepacking a competir como deportista”.

Ultradistancia en gravel

“Lo pasé mal la verdad -admite- pero empecé a correr. Pensé en hacer triatlones, como mi hermano, pero me lesionaba mucho y me centré en la bicicleta. Conocí las carreras de ultradistancia en gravel y me enamoraron. Yo, en mis salidas en solitario, ya hacía hasta 150 kilómetros y el cambio no me costó mucho de inicio”.

Eso sí, la primera competición no fue cualquier cosa: “Me apunté a una carrera de ultradistancia con mi bici de viaje de 16 kilos. Lo pasé mal, pero me salió un buen resultado. Me enganchó como la peor droga del mundo. Seguí entrenando, conocí el gravel y desde el año pasado me centré en la ultradistancia”.

“He de confesar que era muy escéptico ante el gravel hasta que tuve la primera bicicleta y me abrió un mundo nuevo, combinando asfalto y tierra como no puedes hacer con BTT y carretera. Ahora mismo tengo una BTT y una gravel. Ando haciendo pruebas de utradistancia por Ecuador, Chile y Argentina, mientras trabajo en el mundo audiovisual, vinculado al mundo del ciclismo y outdoor. Es una gran suerte poder combinarlo” concluye Nacho mientras piensa en su siguiente travesía, siempre en bicicleta.

Gama Freeride de Gobik

Gobik dispone de una colección exclusiva Freeride, con prendas para otras formas de entender el ciclismo: gravel, all mountain, enduro, freeride, ebike.... Ligeras y resistentes, de patronaje amplio para favorecer el uso de protecciones. Acabados "cargo" en culotte interior, shorts y camisetas, pensados para que puedas llevar contigo objetos de pequeñas dimensiones también en las salidas más largas.

Nacho ha estado utilizando muchas de ellas en sus rutas y aventuras, con extraordinarios resultados. Puedes ver todas en este enlace:

Colección Freeride by Gobik

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