Queríamos un reto. Un reto en el que no solo tuviéramos que pedalear, sino también disfrutar de nuevos paisajes y, como siempre, empaparnos de la cultura y disfrutar de la gastronomía de los lugares a los que vamos. Siempre habíamos tenido a Córcega en el punto de mira y ahora, con el reciente lanzamiento de la ruta GT20, era el momento perfecto para emprender esta aventura.
Siempre hemos pensado que las islas tienen un "algo" diferente que nos atrae mucho. En este caso cruzamos Córcega de norte a sur en 5 días, y tanto si eres un experto, como si te estás iniciando en el ciclismo, es un destino perfecto para practicar tu pasión. La GT20 (La Grande Traversée) es una nueva ruta cicloturista de 600 km con 9.500 m de desnivel que cruza la "Isla de la Belleza" de norte a sur, empezando en Bastia y acabando en Bonifacio.
Es una ruta con la que podrás ver impresionantes paisajes, y a la vez los alucinantes contrastes de mar y montaña que tiene la isla. Atravesar auténticos pueblos del interior, descubrir el patrimonio cultural y degustar de los productos locales como el vino, la miel, el “brocciu” (queso de leche de cabra y oveja) y el aceite de oliva, entre otros.
La GT20 es accesible para todo el mundo, con cualquier tipo de bicicleta, y, aunque está pensada para hacerse en 12 etapas, los ciclistas mas ambiciosos la podrán hacer en menos. Es una ruta abierta, cada uno la puede adaptar a sus gustos y necesidades. Nosotros la hicimos en 5 etapas, ya que queríamos un reto duro, y no nos defraudó.
Con cada etapa que hacíamos nos iba cambiando la percepción de la isla. Antes de ir pensábamos que solo había playas de arena blanca, agua azul turquesa y transparente. Y para nada fue así. En la primera parte, en Cap Corse, rodamos por la costa con carreteras a tocar del mar, atravesando pueblos de pescadores y aldeas en acantilados.
Pasamos por el mirador del Molino Mattei donde se puede apreciar el lado oeste del Cap Corse. A partir de allí, sigues viendo el mar, pero desde la altura de los acantilados, hasta el pueblo de Saint-Florent, para acabar de dar la vuelta al Cap Corse y adentrarte en el interior de la Balagne, una zona en la que podrás disfrutar de pequeños pueblos con mucha historia y llenos de artesanos que la carretera va cruzando.
En la ultima parte de esta zona, antes de llegar a Porto y Piana, el GT20 discurre por una carretera que va subiendo y bajando, disfrutando de las vistas del Golfo de Porto, e ir dejándose ver entre curva y curva el Capo Rosso y las “Calanches de Piana”, patrimonio mundial de la Unesco, donde al día siguiente haríamos una excursión en barca para verlas de cerca.
A partir de este punto, la GT20 se adentra en la isla y ya solo veríamos el mar en algunos puntos, pero a lo lejos. El tercer día nos enfrentamos al puerto más largo y duro de todo el recorrido, Puerto de Vergio, de 32 km y 1.450 m de desnivel positivo, pasando por zonas que nos recordaron a paisajes de Avatar, para llegar a la parte final, donde el otoño se imponía tiñendo el paisaje de amarillos, naranjas y marrones. Desde allí descendimos hasta la región de Niolo por una carretera rápida y divertida, para acabar en un desfiladero de rocas graníticas con tonos ocres que nos recordó mucho a Marruecos.
En la penúltima etapa estuvimos rodeados de montañas, atravesamos el Parque Natural Regional de Córcega, el bosque de Marmanu, y pasamos por pueblos de interior como Corte, Zicavo o Zonza, desde el cual se puede tener una vista espectacular de macizo del monte Incudine (2.134 m).
El ultimo día hicimos el puerto de Col de Bacino, el último de la GT20, para descender hasta Sotta y finalizar la ruta en Bonifacio: un bonito pueblo colgado en unos acantilados blancos, conservando la atmósfera medieval de cuando se fundó. Un pueblo imprescindible para visitar y un punto inmejorable para acabar la ruta.
Durante los días que estuvimos nos cruzamos con “bikepackers”, ciclistas con bicicletas eléctricas, de carretera, de montaña, e incluso, con bicis de paseo y todos iban siguiendo la GT20.
La GT20 discurre en gran parte, por carreteras secundarias, para poder no solo disfrutar del ciclismo tranquilo y seguro, sino también de los paisajes sin perder ningún confort: alojamientos para dormir, restaurantes para comer, y museos y patrimonio histórico para visitar, lo cual es genial para hacer unos días de turismo a través de la bicicleta, sin perderse todo lo que la isla tiene que ofrecer.
Todo el recorrido está marcado con unas señales en todas las intersecciones con las que es muy fácil ir siguiendo la ruta sin perderse en ningún punto, así que no hace ni falta el GPS, es muy práctico en este sentido.
Una de las cosas que apreciamos más fue el tiempo. Córcega es un destino que se puede disfrutar durante todo el año, y para ciclistas las estaciones de primavera y otoño son geniales. Durante las primeras y las ultimas horas del día refresca un poco y luego, con la salida del sol, se mantienen las temperaturas entre 20 y 26 ºC, perfectas para practicar deporte. Además, en ésta época podrás disfrutar de la isla con menos turistas y menos coches.