Inside Gobik Band - Mujeres Gobik

Cinco historias de mujeres en Gobik, todas en Yecla, partícipes del esfuerzo diario de sacar adelante una empresa con raíces en un entorno global, una empresa en la que todos se sienten partícipes de un proceso en el que el equipo lo es todo.

Dolo, entre patrones y tendencias

Risueña y cercana pero exigente, Dolo Sánchez es una persona que transmite eso que se llama pasión por lo que hace. La delata el tono de su voz y la sonrisa que viste cada una de sus frases. Habla desde el departamento de diseño y patronaje, donde se le da vida a las ideas de cualquier grupeta, un proceso que nos detalla: “Primero hacemos el diseño, se confirma con el equipo, pasamos a patronaje y finalmente lo exportamos a impresión”.

Un trabajo que la ayuda a crecer en Gobik, pues pronto dará un salto dentro de la compañía, pasando a formar parte del Departamento de Desarrollo de Producto.  Admite nerviosismo e ilusión porque se trata de “un cambio que no lo esperaba. Estaré codo con codo con mis compis de patronaje, viendo tendencias y proponiendo colores. Aquí ya pensamos en 2024. Podré conocer mejor mi trabajo, aunque desde otro punto de vista”.

En Gobik, desde el primer día, ha sido testigo muy directo del camino que ha llevado la marca hasta el presente. Le gusta ser visible en ruta, también singular: “Siempre intento llevar ropa llamativa, combinar sin parar y, sobre todo, que me vean en la carretera. Me gustan los diseños cañeros, aunque sean de temporada, que haya cambio y propuestas nuevas. Además aprovecho para testar y probar todo lo que puedo y con ello ayudar a mejorar el producto”.

Nada está escrito: “No tenemos que caer en los tópicos, mola tener una grupeta en la que vayas cómoda sin importar el color. Eso sí, las mujeres somos más delicadas para definir los colores. Para mí no hay un rosa, hay muchos rosas. Sabemos captar las tendencias y potenciar los aspectos técnicos de la ropa”.   

El viaje de Cristina a Yecla

Gaditana de origen, con experiencia en el sector, Cristina Sánchez un día supo de Gobik y cogió la maleta junto a su pareja, para establecerse en Yecla tras seis horas de viaje.

Ella es diseñadora gráfica en el Departamento de Diseño, una de las secciones de Gobik con más magia, pues Cristina, junto a 24 compañeros más, crean cientos de propuestas gráficas que dan vida a los caminos y carreteras de medio mundo. Un proceso que no termina cuando todo está aprobado “una vez tenemos el ok, pasamos el pedido al proceso de producción, hacemos las pruebas de color, y comprobamos que el estilo sea el correcto y que los logos queden bien encajados en cada talla” afirma de un proceso en el que intervienen muchos compañeros. 

“Mi crecimiento aquí ha sido paralelo al de la empresa. Gobik me ha dado madurez tanto profesional como personal, ver el ciclismo desde otro punto de vista y conocer la importancia del trabajo en cadena. Soy muy consciente de que cada cosa que haga afecta a otros” afirma.

“El cliente custom siempre pide ese “toque Gobik” a su maillot -dice con satisfacción-. Siempre me ha gustado la propuesta de la marca, esa estética que le hace reconocible de lejos”.

Ciclista en sus horas libres, siempre está pendiente de la ropa que lleva, y también la de sus compañeros de grupeta. Las mujeres “somos sensibles al detalle y nivel de acabado” afirma orgullosa de sentir que es parte de una familia de 180 trabajadores.  

Rosi, y el origen de Gobik 

Al cuidado de las "costuras", Rosi Zorzona, trabaja en Gobik casi desde el minuto cero, ya son 10 años liderando a nivel técnico el Laboratorio de Innovación junto a más de 12 especialistas.

Se instala en pleno proceso del desarrollo del producto, creando soluciones revolucionarias en el campo de la ropa técnica para ciclistas. Pues de sus manos sale el primer prototipo de cualquier nuevo modelo, sea cual sea su desarrollo técnico. "Digamos que los confecciono por primera vez para que tanto los equipos profesionales, como los distintos profesionales que trabajan codo con codo con nosotros, puedan llevar al límite la prenda. De la primera pieza a la final, siempre hay una evolución, ya que cada prenda depende de múltiples detalles” sostiene Rosi.

“Soy la más longeva en un equipo de más de doce especialistas” nos concreta. Lo suyo ha sido un desafío personal en toda regla, pues su pasión y su vida siempre ha girado en torno a la moda, y tras una larga trayectoria en sectores totalmente diferentes, decidió apostar por Gobik, donde ya es una referencia y ejemplo para las nuevas generaciones de la familia. 

Un lema no escrito pero siempre presente: reciclarse continuamente. “La exigencia a nivel de confección ha evolucionado mucho, las prendas son más ligeras, hemos incorporado nuevas materias primas más sostenibles, las máquinas son más técnicas, y también hemos implementamos otras formas de cosido como por ejemplo el termosellado o incluso la confección por ultrasonido”.

Hoy, disfruta de ser seguidora de un deporte que le aporta mucho, y de comprobar cómo, tanto las estrellas del ciclismo como sus nietos, ya utilizan las prendas que han salido de sus propias manos. Una pasión de la que en Gobik, nos sentiremos eternamente agradecidos.

Silvia, en contacto con la naturaleza

Hoy Silvia Escámez está en la sección de preparados, donde cinco mujeres envían a cosido piezas como badanas y tirantes, antes de seguir con el proceso. Ella es la pionera del departamento: “Se creó a los tres meses de mi entrada de Gobik. El reto ha sido una pasada, tanto a nivel personal como laboral. Todo pasa por nuestras manos”. De esto hace casi cuatro años.

Admite la gran importancia de su sección como eslabón de la cadena. Su trabajo encaja en los valores de la compañía: “Somos un punto clave, cada pieza es un mundo. Los equipamientos de los equipos son muy laboriosos, cada corredor es especial y todo tiene que quedar perfecto”.

De esta manera “el tiempo pasa casi sin darme cuenta, no cambiaría mi puesto de trabajo por nada. Somos cuatro en el departamento, una especie de familia, pues además de compañeras, somos amigas”.

Le gusta salir en MTB. Le tira mucho la naturaleza y la montaña, donde “pruebo el material, miro los acabados y, si percibo algún defecto, tomo nota” nos comenta, admitiendo que se siente muy involucrada. “Gobik es una parte importante de mi vida. Noto que he crecido a nivel personal junto a la empresa” concluye.  

Miriam, al cuidado de las personas

Un día Miriam García propuso con éxito cambiar el nombre de su departamento. Pasó de llevar el Departamento de Recursos Humanos al de Cultura y Personas: “Tras la pandemia, experimentamos un "boom" de ventas que se trasladó a la cantidad de gente nueva que llegó a Gobik. Nos faltaba mirar a las personas, que se conocieran. Por eso impulsamos acciones para que los empleados pudieran conocerse. Ya no tenían sentido las siglas RRHH, pues las personas somos la cultura de la empresa”.

Todo salió de su iniciativa. Estudiante de derecho y “ciclista” de carretera, empezó en Gobik como gestora comercial hace unos seis años. Al poco de entrar, la compañía creó el departamento de recursos humanos. “Entonces éramos unos 50 trabajadores, y me hicieron la propuesta de llevar RRHH, algo completamente nuevo. Poco a poco fui creciendo en mis funciones, cada vez hacía más cosas”.

Como decimos, tras la pandemia vino un "boom" de contrataciones que “estábamos desbordados. Entonces entró Sara y con ella emprendimos este cambio de nombre, porque la cultura de Gobik se basa en valores como el de pertenecía, de familia, de ser inconformista y trabajo en equipo”. 

Su trabajo y el ciclismo la completan: “Suelo salir en bicicleta bastante, sobre todo por carretera. Esto es una forma de vida, no sólo un trabajo. Quería encontrar un deporte que hicieses tuyo, y aquí lo he encontrado. Gobik me ha supuesto un cambio radical, soy una persona muy diferente a la que un día entró” dice orgullosa de significar un contrapeso femenino en el cuidado de toda la gente que hace grande la marca.

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