La agenda italiana de Tadej Pogačar para el mes de marzo ha entrado directa a los libros de historia, con un rendimiento fuera de norma en un doble ganador del Tour a la altura de año en la que nos encontramos. Y es que en el álbum de Pogačar, emergen varios triunfos, pero especialmente la sensación de estar ante un corredor que puede competir en todos los terrenos y ante muchos tipos de ciclistas.
Su marzo comenzó sobre caminos de tierra, en las “carreteras blancas” toscanas, ganando su primera Strade Bianche, tras un ataque a 50 kilómetros de meta.
“Ha sido una victoria increíble -comentó en la misma meta de Siena-. Ataqué muy de lejos, pero hasta cinco de meta no estuve seguro que la victoria estaba en mi mano, sabía que muchos venían tras de mí”.
“Sabía que el sector de Sante Marie era un tramo crucial para el resultado de la carrera, por eso ataqué. Vi que nadie me seguía y decidí irme solo hasta meta. No fue sencillo, pero estoy orgulloso de ello, según pasan los kilómetros las fuerzas flaquean, pero tuve suficiente” prosiguió.
La segunda Tirreno-Adriático de Pogačar
Tras la Strade Bianche, Pogačar se apuntó a renovar los laureles en la Tirreno-Adriático. Un año después de una memorable edición, el campeón esloveno fue demasiado para los rivales, siendo competitivo en todos los terrenos. Ya de inicio, en la misma crono, se batió con bestias como Ganna y Evenepoel.
El primer golpe, sin embargo, sería a mitad de carrera, en Bellante, con victoria de etapa y maillot azul de líder en el mismo lote. “Ha sido un gran trabajo del equipo, estaba obligado a hacerlo lo mejor posible. Aunque queden etapas importantes, en especial la etapa reina, es un resultado que me anima mucho para dar lo mejor” dijo ese día.
De azul, pero con la necesidad de asentar el liderato, Pogačar planteó la etapa reina como un todo o nada en el mítico lugar de Carpegna, una subida prendada del recuerdo de Marco Pantani, una subida, por cierto nevada esa tarde de sábado, que vio el vuelo rasante del esloveno, en otra actuación para la memoria.
“Qué día tan increíble -dijo al finalizar-. Lo primero es acordarme de mis compañeros que me dejaron la carrera en bandeja de cara a la subida final. Marc Soler puso el ritmo perfecto y me encontré bien y no era sencillo, hacía mucho frío y por eso decidí irme solo, a tope, para entrar en calor”.
Tan a tope fue que relegó a sus perseguidores a más de un minuto, en una actuación de esas que, junto con la Strade, pasa al libro de los grandes momentos de un corredor que hasta hace poco podría competir como sub 23.
San Remo, en la agenda
Entre los objetivos que Tadej Pogačar reveló para este año llamó la atención la inclusión de dos monumentos en el primer tramo de la temporada. Si para muchos aficionados el debut en el Tour de Flandes era una gran noticia, no menos lo fue el de Milán-San Remo, la "classissima", una prestigiosísima carrera de 300 kilómetros que reúne lo bueno y mejor del ciclismo.
“Estoy contento por el gran trabajo del equipo, hemos sido muy proactivos -dijo ya en la meta de San Remo-. Antes de la carrera, Matej Mohoric me advirtió que no intentara seguirle en el descenso del Poggio si coronábamos juntos. Le dije que ya veríamos. Pero cuando vi los riesgos que tomaba, decidí hacerme a un lado”.
De esta San Remo saca una buena lectura: “No obstante, la experiencia ha sido tan buena que seguro me servirá para los próximos años”.
El debut en los muros flamencos
El marzo de Pogačar concluyó muy alto, en un movimiento que explica muy bien la forma que tiene él de entender el ciclismo, debutando en A Través de Flandes, considerado la antesala de De Ronde, el Tour de Flandes, uno de los cinco monumentos del ciclismo.
Corriendo A Través de Flandes, Pogačar quería ver su sitio en una carrera de este tipo: “Mi forma es buena y espero estar cerca de los primeros” aseguró en la previa. Acompañado por Matteo Trentin, entre otros, pudimos disfrutar del debut de un doble ganador del Tour en las clásicas flamencas.
Y el resultado fue que el esloveno no pudo estar en el corte definitivo, que se armó a 70 kilómetros de meta, con rivales de la talla de Pidcock, Van der Poel, Benoot y Küng, pero anduvo cerca de cazar y acabó en el top 10, en lo que implicó “una valiosa lección para el Tour de Flandes, una de las grandes novedades de mi calendario. Cuando se produjo el corte, estaba cerca de una caída y no pude reaccionar a tiempo”.
El mes de marzo que Pogačar inició en Italia aterrizó pues en Bélgica, en el corazón flamenco, en una vorágine de carreras “locas y caóticas” que el joven prodigio esloveno no ha querido dejar de conocer.